El botellerosaurio y otros regalos navideños para cuñados

Melopeas

Se aproximan las Navidades y empezáis a sentir un cierto malestar ante la interminable sucesión de comidas, cenas y eventos empresariales y familiares que se os vienen encima. Soportar a compañeros de trabajo, cuñados y otros seres de similar malignidad con la sonrisa que dicta el protocolo es todo un reto. La tradición os obliga, además, a hacerles regalos, sea en formato amigoinvisible, papanoel o reyesmagos. Un año más, MALDITA FILOXERA ha rastreado internet y acude en vuestra ayuda con los artículos vinícolas idóneos para joder las fiestas sorprender a unos y otros.

Decantar o no decantar, esa es la cuestión

Saberes

Si en algo no hay consenso en el mundo del vino es en cuándo es necesario decantarlo y si realmente hay que hacerlo. «Cada maestrillo tiene su librillo» por lo que oiréis múltiples opiniones, algunas contradictorias. Pero la mayoría de los expertos coincide en que existen dos razones esenciales para decantar un vino y en éstas nos centraremos:

Reyes 2015: regalos estúpidos para cuñados insufribles

Melopeas

Amigos, familiares y demás fauna de quienes amamos el vino creéis tenerlo fácil para hacernos un regalo. Buscáis en tiendas online alguno de los cientos de miles de artilugios relacionados con nuestra afición: sacacorchos, tapones, enfriadores, escanciadores, decantadores… y andando. No caéis en la cuenta de que quienes amamos el vino lo que más apreciamos es que nos regalen -atención al gran secreto revelado-… ¡un vino! Si tanto nos gusta, ¿no tendremos ya en casa todo lo necesario para disfrutar de él?

Puede ocurrir, no obstante, que el destinatario de vuestro regalo sea ese cuñado con ínfulas de enólogo que no sabe compartir una botella sin soltaros una chapa monumental. Sin duda, en estas fechas, os tocará cenar con él más de una vez. Para que se le atragante hasta un Vega Sicilia, el equipo de MALDITA FILOXERA ha localizado los regalos más estúpidos, absurdos y frikis que, a día de hoy, podéis encontrar en internet.

Probando el vino: el mal trago de evitar un mal trago

Saberes

Conoces de sobra la situación. Pides un vino en un restaurante, te lo traen y te lo dan a probar. Salvo que el local tenga sumiller, se crea un silencio tenso en el que nadie sabe muy bien qué hacer. El camarero pone cara de paisaje. Probablemente piensa en el partido del domingo pero tú piensas que él piensa algo así como “A ver qué dice este imbécil sobre el vino”. Tu acompañante piensa: “A ver qué dice este sobre el vino” (sin lo de “imbécil”, porque probablemente te quiere o al menos te respeta). Y tú piensas: “A ver qué digo sin parecer un imbécil”.