Nicanor Parra cumple un siglo de poesía y vino

Artes

El poeta chileno Nicanor Parra, gran aficionado al vino, recibió el Premio Cervantes en 2011. Como no pudo acudir a recogerlo por su avanzada edad, envió a dos representantes: a su nieto para leer el discurso de agradecimiento y una botella de Clos Apalta 2004, uno de los mejores vinos de su país, para el Rey Juan Carlos. Parra cumple hoy la friolera de 100 años. En homenaje, queden aquí transcritas sus preciosas  “Coplas al vino”:

Nervioso, pero sin duelo,
a toda la concurrencia,
por la mala voz suplico
perdón y condescendencia.

Con mi cara de ataúd
y mis mariposas viejas,
yo también me hago presente
en esta solemne fiesta.

¿Hay algo, pregunto yo,
más noble que una botella
de vino bien conversado
entre dos almas gemelas?

El vino tiene un poder
que admira y que desconcierta,
transmuta la nieve en fuego
y al fuego lo vuelve piedra.

El vino es todo, es el mar,
las botas de veinte leguas,
la alfombra mágica, el sol,
el loro de siete lenguas.

Algunos toman por sed,
otros por olvidar deudas,
y yo por ver lagartijas
y sapos en las estrellas.

El hombre que no se bebe
su copa sanguinolenta
no puede ser, creo yo,
cristiano de buena cepa.

El vino puede tomarse
en lata, cristal o greda,
pero es mejor en copihue,
en fucsia o en azucena.

El pobre toma su trago
para compensar las deudas
que no se pueden pagar
con lágrimas ni con huelgas.

Si me dieran a elegir
entre diamantes y perlas,
yo elegiría un racimo
de uvas blancas y negras.

El ciego con una copa
ve chispas y ve centellas
y el cojo de nacimiento
se pone a bailar la cueca.

El vino, cuando se bebe
con inspiración sincera,
sólo puede compararse
al beso de una doncella.

Por todo lo cual levanto
mi copa al sol de la noche
y bebo el vino sagrado
que hermana los corazones.

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