Cristina V. Miranda: «En el enoFestival pretendemos desintelectualizar el vino»

Entrevistas

Cristina V. Miranda es una referencia en nuestro país en todo cuanto se refiere al vínculo entre vino y juventud. Un vínculo triste, porque los jóvenes españoles, en proporción aún más acusada que sus mayores pero en línea con ellos, consumen cada vez menos vino pese a residir en el mayor productor del mundo. A combatir esta tristeza se dedica Cristina con una ilusión y un optimismo contagiosos, tanto profesionalmente como en su doble faceta de integrante del colectivo I’m the Mocker, organizador de catas-concierto en su Galicia natal, y directora del enoFestival, Festival de Música y Cultura del Vino. Hablamos con ella con motivo de la cuarta edición de éste, que tendrá lugar el próximo 11 de abril en el madrileño Círculo de Bellas Artes con un cartel musical y vinícola de auténtico lujo.

Empecemos por lo básico. Para quién no lo conozca, ¿cómo definirías el enoFestival?

Es un festival pequeño, de un día, pero complejo por el encaje de bolillos que tenemos que hacer para combinar el atractivo de lo que pasa sobre el escenario con las catas y demás actividades que se suceden en torno a él. No se trata de un concierto con una barra de bebidas, sino de la suma de una oferta musical muy ecléctica, una plataforma por la cultura vitivinícola española y la promoción del consumo responsable. El objetivo es educar en la convicción de que el vino se puede tomar en bares de copas, clubes, discotecas… en cualquier parte y con independencia de la música que suene de fondo.

Cristina, abajo en el centro, en la presentación del cuarto enoFestival junto a otros organizadores y participantes.

Cristina, abajo en el centro, en la reciente presentación de la cuarta edición del enoFestival junto a otros organizadores y participantes.

El festival dura 13 horas. ¿Alguna recomendación del tipo “Organice su visita” para quien disponga de menos tiempo?

Yo animaría a todo el mundo a asistir las 13 horas, porque, por la experiencia de ediciones anteriores, parece mucho tiempo pero, al final, sabe a poco. De hecho, este año tenemos ya prevista una afterparty en la sala Siroco, donde seguirá presente el vino de los productores participantes en este cuarto enoFestival. En lo musical, las nueve actuaciones son todas tan estupendas y de estilos tan diferentes que sería incapaz de discriminar alguna. Bastante difícil es tener que elegir, cuando se solapan, entre las actuaciones y las catas. La primera de este año es brutal: una “cata canalla” dirigida por Julián Hernández, de Siniestro Total, Tonino, Juanjo de la Iglesia y Juancho Asenjo, cuatro personalidades únicas para, como pretendemos, desintelectualizar el vino. Las propias enobarras compiten por atraer en todo momento la atención de los asistentes con concursos y otras iniciativas. El grupo Félix Solís, por ejemplo, va a apostar por los cócteles con vino, entregando las recetas a quienes los prueben para potenciar esta tendencia al alza.

¿Dais alguna continuidad al enoFestival durante el resto del año?

Sí. Mantenemos el contacto con los músicos, las bodegas y las denominaciones de origen participantes y trabajamos con ellas para seguir promoviendo la cultura del vino entre los jóvenes, sea en forma de eventos o, sencillamente, poniendo la experiencia que vamos adquiriendo año a año en el festival a disposición de quienes se interesen por el tema, principalmente medios de comunicación.

Medios de comunicación que, sin duda, te preguntarán recurrentemente por los motivos del poco éxito del vino entre los jóvenes españoles. Seré original: ¿por qué el poco éxito del vino entre los jóvenes españoles?

Porque, en la promoción del vino entre ellos, más que hacerse mal las cosas, no se han hecho. Se ha dejado que el vino quedara asociado a las comidas o al consumo de tapas y raciones y desapareciera del mundo de la noche, de los clubes y bares de copas. Sin embargo, en los países nórdicos o, por supuesto, en Francia, la posibilidad de tomar vino por copas o de comprar una botella entre varios existe en la inmensa mayoría de los locales. En España, el vino tiene que volver a donde están los jóvenes. Ahí tenemos el ejemplo del Jägermeister, un licor tradicional de hierbas que se percibe como algo moderno y se ha puesto de moda.

Cuando pregunto en un local del tipo de los que comentas por los vinos que tienen, muchas veces me encuentro con respuestas como “tintos y blancos”, “riojas y crianzas”… ¿No es achacable parte de la culpa a los propios hosteleros, que ni ofrecen vino ni, si lo hacen, forman a sus trabajadores para ofrecerlo en condiciones?

La cuestión es compleja, porque entran en juego otros factores como la rentabilidad y la rotación. Una botella de ginebra puedes tenerla abierta durante meses y se conserva perfectamente. Una botella de vino, si se abre y no se consume en el día, puede echarse a perder. En cualquier caso, yo hablaría de responsabilidad más que de culpabilidad. Responsabilidad para vender el vino por botellas o para asumir que, habiendo en España vinos de gran calidad a 5 euros la botella, a poco que vendas unas cuantas copas a dos o tres euros, ya estás rentabilizándola y ganando dinero.

I’m the Mocker y el enoFestival apuestan por los grupos indies y es frecuente que te pregunten por los vinos que tomarías escuchándolos. Ahora sí que voy a ser original y te voy a pedir que hagas el mismo ejercicio de maridaje con tres grupos más viejunos. Para mí, dicho sea de paso, los más grandes: los Beatles, los Ramones y ACDC.

Los Beatles los maridaría con rosados de Navarra, que son vinos muy fáciles a primera vista, como sus primeros discos, pero esconden algo muy profundo detrás. Como los mismos Beatles, los rosados han ido ganando en complejidad con los años y hoy abundan los rosados sobre lías, los rosados con crianza, los rosados con capas diferentes a las tradicionales… A los Ramones, que es mi grupo preferido de los tres, los veo más como un tinto, quizá un Vivanco, pero evolucionando, como ellos, hacia los cócteles, perdiendo el miedo a mezclar el vino con lo que sea. A ACDC los asocio a un cava o un champagne… bebido directamente de la botella, disfrutando de ella en pleno concierto.

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