Enofusión 2015 en seis preguntas

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Ayer comenzó Enofusión 2015, la feria del vino que se celebra en paralelo a la gastronómica Madrid Fusión en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. Más dirigida a profesionales que al público en general, también abre sus puertas a éste previo pago de una entrada de 35 euros, válida para sus tres días de duración. Amablemente acreditados por la organización, hemos visitado la feria y, visto lo visto, sólo podemos hablar de éxito rotundo, al menos en lo que a asistencia se refiere. Organizadores y expositores ya harán, más adelante, sus correspondientes valoraciones económicas y relacionales; los participantes en las catas, sus disquisiciones enológicas. En MALDITA FILOXERA, siempre atentos a las necesidades del común de los mortales, nos toca plantearnos algunas cuestiones más pedestres en el ágil formato preguntas/respuestas.

¿Merece la pena pagar los 35 euros de la entrada?
Rotundamente sí. Enofusión es un festival para el amante del vino, que puede visitar los stands de una veintena de bodegas y conversar con sus responsables o hacerse fuerte en la barra libre, en la que cada cual se sirve y cata a discreción de las botellas allí dispuestas, en torno al centenar. Súmele usted el derecho a pasear por la zona expositiva de Madrid Fusión, con infinitas delicias gastronómicas al alcance de la mano, y multiplique por las nueve horas de apertura del evento y por los tres días que dura y la entrada empezará a parecerla muy barata.

¿Ha dicho usted algo de una barra libre?
En efecto. Se llama Enobar y, por si le ha resultado difícil de creer en una primera lectura, se lo repetimos: consiste en una serie de mostradores sobre los que descansa una maravillosa oferta de vinos espumosos, blancos, tintos y dulces, identificados con fichas de cata e información sobre sus productores y procesos de elaboración y de los que uno puede servirse a su antojo, en la cantidad que desee y cuantas veces quiera. Como huríes del paraíso coránico, numerosos camareros vigilan para reemplazar las botellas acabadas y mantener activa una cata sin fin, el sueño húmedo de todo aficionado.

Un camarero-hurí, en acto de servicio.

Un camarero-hurí, en acto de servicio.

¿Puedo beber, entonces, hasta reventar?
Seamos serios. Enofusión es una feria enológica, no una rave valenciana. Compórtese, pues, como un buen aficionado al vino, cuyo objetivo debería ser siempre disfrutar de éste, no morir de cirrosis. En cada extremo de los mostradores del Enobar hay escupideras y botellas de agua con la que ir compensando la ingesta de alcohol. Deje en la puerta esa filosofía de “Pago luego reviento”, típica del español de postguerra que todos llevamos dentro, y dedíquese a catar, no a beber, que son cosas diferentes. Elija, al final, los vinos que más le hayan gustado y, entonces sí, tómese unas copas antes de partir.

He visto que hay charlas y catas organizadas. ¿Puedo participar en ellas?
No. Sus entradas se cobran aparte, pero es tal el éxito de Enofusión que están agotadas desde hace mucho. Haberlo previsto antes, oiga.

¿Se pueden catar también los vinos de las bodegas expositoras?
Pues claro. Para eso están allí. Ahora bien, no sea usted cutre y no se limite a extender su copa, catar el vino y largarse. Dé un poco de palique a los representantes de las bodegas, que se chupan más horas de pie en tres días que un vendimiador en tres semanas. La experiencia de catar un vino mejora enormemente conversando con quienes participan en su elaboración. No olvidemos que viticultura y vinificación son aún de los pocos negocios a los que ni la memoria financiera más farragosa de la bodega más mercantilista es capaz de quitar un cierto halo de romanticismo.

¿Han catado ustedes algún vino que les haya llamado especialmente la atención?
Sí. El Can Blau, un tinto de la D.O. Montsant, elaborado con las variedades cariñena, syrah y garnacha, cuya relación calidad-precio es excepcional. No se abalancen sobre él, pero acérquense con disimulo a la posición 3.13 de los mostradores del Enobar, donde les aguarda, y quédense un ratito en compañía de esta joya.

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