Señores del Museo Vivanco, adóptenme

Lugares

Gracias a Baco, como más se aprende de vino es bebiéndolo. A continuación, visitando lugares relacionados con él y escuchando a gente que sabe. Uno de esos lugares es el Museo Vivanco de la Cultura del Vino, en la localidad riojana de Briones. Se trata de uno de los mejores museos de España. A secas. Y punto. Porque en todo -atención al visitante, organización, disposición de las piezas, rótulos informativos y demás elementos de esa ciencia llamada museología- está a la altura de cualquier otro, llámese Prado de Madrid, Guggenheim de Bilbao o Romano de Mérida.

Si lo visitas, podrás juzgar si exagero (y, en caso afirmativo, batirte en duelo conmigo). Antes de ir, debes saber también que el edificio y lo que alberga son el fruto exclusivo de la iniciativa privada y, en concreto, de la pasión y el esfuerzo de una sola familia, la de los Vivanco, que reúne el resultado de sus 40 años de coleccionismo de todo tipo de objetos vinculados al vino y su mundo. No es de extrañar que, al frente de la inauguración en 2004, estuviera el Rey Juan Carlos.

La web del Museo es completísima y poco se le puede añadir en cuanto a lo allí expuesto. No hay nada, absolutamente nada, que tenga que ver con el vino que no tenga alguna presencia o referencia. Por destacar algo, los audiovisuales que explican su proceso de elaboración, “introduciéndote” en los depósitos y barricas en los momentos de fermentación y crianza; la Sala 4, dedicada al vino en el Arte, porque uno no espera toparse con vasijas griegas, estelas funerarias romanas, un Sorolla, un Picasso, un Juan Gris y hasta un Walt Disney, y la casi infinita colección de sacacorchos (3.500, oiga) que componen la Sala 5.

Fuente: vivancoculturadevino.es

Fuente: vivancoculturadevino.es

Los 90 minutos que, en la taquilla, dicen que dura de media la visita se quedan muy cortos, por lo que los más acérrimos deberían prever unas dos o tres horas para completarla a gusto, una mañana, una tarde o incluso un día entero si se apuntan también a recorrer las bodegas adjuntas y comer en el restaurante o toda una vida si se ofrecen en adopción a la familia Vivanco y ésta tiene a bien aceptarlos. Desde aquí lanzo mi candidatura.

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