Existen evidencias arqueológicas que indican que las producciones de vino más antiguas provienen de una extensa área que abarca Georgia e Irán, los Montes Zagros.
Esta vasija del año 5400 a. C. hallada en el poblado neolítico de Hajji Firuz Tepe lo confirma:
Cuando se encontró en el yacimiento arqueológico y vieron que aún contenía un residuo rojizo en el fondo, los expertos pensaron enseguida que se trataba de un recipiente para vino. Después del análisis químico, llevado a cabo por la Universidad de Pensilvania, no hubo duda: contenía trazas de ácido tartárico. Pero aún averiguaron más: este vino se aromatizaba con resinas de terebinto o cornicabra. ¡Los persas neolíticos ya sabían de aromas terciarios!
Enric Ribera Gabandé, de Guormetvinos.com, lo contaba así desde ese mismo lugar: Publicación
Maldita Filoxera 